Pintura mural en piscina de un paisaje de una selva

Decoración exterior mural de graffiti de la pared que rodea la piscina de una casa de Lliça de Dalt con las caricaturas de las personas que viven en la casa y de forma humorística, dándole un toque cómico y divertido.

Puedes clickar sobre las fotos para verlas en tamaño original:


Plano general del graffiti bosque.

En el mural se pueden encontrar monos, elefantes, el timon, mariposas, hojas,plantas, cocodrilos,niños, hojas, montañas, árboles, insectos, nubes, cielo, ramas, arañas que hacen de la piscina un lugar más agradable y divertido.



Graffiti de selva con los niños y familiares caricaturizados en la pared.


Pintura mural decorativa de una cascada, con montañas y un cocodrilo


En la foto se puede apreciar como se dejo una medida exacta para poder colocar el proyector y ver películas o la televisión en la piscina


Detalle de una caricatura en graffiti vestido de camarero stripper

El paisaje en el arte
Pintura
Arte de paisajes
El paisaje es un fenómeno tardío de la civilización y más tardío aún para la filosofía. Es uno de los más tardíos logros del refinamiento de las culturas humanas. Los animales habitan el paisaje y lo van alterando de alguna manera y en alguna medida, pero son incapaces de percibir el espacio físico y geográfico del paisaje como algo bello, estético y hermoso. El mismo ser humano tardó mucho en descubrirlo siendo que su vida giraba en torno a éste al realizar diversas actividades sobre él, al vivir en él.
Desde las pinturas rupestres hasta casi el romanticismo, la naturaleza aparecía muy pocas veces en las obras pictóricas como paisaje.
El Arte chino fue posiblemente el primero en tratar específicamente, o descubrir el paisaje: a partir del siglo V lo trabajaron como tema pictórico. Esto fue posiblemente debido a la introducción del budismo y su visión estética de la naturaleza, lo que fue muy favorable para la aparición de este tratamiento artístico. También es el paisaje un aspecto central del Arte del Japón. El arte europeo no comienza a considerar el paisaje hasta el Renacimiento. Desde el siglo XVI se va convirtiendo cada vez más en objeto de interés por sí mismo y no como fondo de una composición religiosa o de un retrato. Con la pintura de paisaje holandesa del siglo XVII (Jacob van Ruysdael) puede considerarse que se ha convertido en un género pictórico.[3] El siglo XIX será el de mayor impulso al género, sobre todo con la Escuela de Barbizon y el plenairismo (los pintores pintan al aire libre y no en sus gabinetes). Con ocasión de este nuevo interés por la plasmación del instante fugaz en plena naturaleza, se impulsa el uso de técnicas como la acuarela, que exige la mayor rapidez en la ejecución, aunque también se da un tratamiento muy intelectualizado, como el del impresionismo, que se basa en el estudio de la luz y sus variaciones, llegando al extremo del puntillismo.
Es curioso que en ciertos momentos cronológicamente diferentes de oriente a occidente, la geografía y naturaleza dejaron de ser objeto de temor, espacio simbólico de los poderes míticos o de los espíritus de la región, espacio del amar y el engendrar, pero también del parir con dolor, espacio de trabajo que con el sudor de la frente le arranca unos magros frutos a esa tierra que hay que temer y al mismo tiempo respetar ya que de ella vivimos y en ella morimos y terminó siendo también objeto estético, de belleza en las obras artísticas.

LA SELVA
Selva del latín silva o silua; en la antigüedad romana se denominaba silva a toda región "salvaje" (precisamente, igual que la palabra silvestre, "salvaje" es un adjetivo que inicialmente significaba "propio de la selva") cubierta de densas arboledas y florestas, en tal sentido es que se hablaba de la "Selva Hercinia" para hacer referencia a los extensos y densos bosques, -frecuentemente interrumpidos por pantanos y turberas- de caducifolias y coníferas, que se extendía desde los Alpes hacia el norte y desde el este de la Galia hasta confundirse con la franja de bosque boreal hoy llamada taiga, también fue célebre en la antigua Roma, antes de los tiempos imperiales, la Selva Cimina, relativamente poco extensa pero que significó un obstáculo durante mucho tiempo a la expansión romana. La palabra silva con el sentido latino antiguo aún se suele encontrar en idiomas como el gallego, italiano, portugués.
Tradicionalmente, el término alemán Wald se ha traducido como selva, sin que hoy lo sea en realidad, en todo caso corresponde al antiguo latino silva, por otra parte Wald también alude al leño o a la madera en general. Por ejemplo, la región de Schwartzwald donde casi la única especie es el abeto se ha traducido correctamente como Selva Negra, pero el término Bosque Negro sería tal vez más apropiado como sucede en inglés, idioma en el que la Selva Negra se ha traducido como Black Forest. El problema se debe a que el término alemán wald (wild en inglés) significa silvestre, que es un término más amplio que el de selva, aunque procede -como ya se ha observado- del mismo término latino silva.

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